Interpretaciones múltiples de una ventana al exterior (e interior)

Artículo escrito para Reactivando Videografías, 2021

Es un hecho que la tecnología trae consigo una serie de retos y adaptaciones de las dinámicas humanas, algunas de las cuales se vuelven objeto de exclusión, mientras otras siguen algún instinto gregario como sociedad que somos. En el contexto de una virtualidad acelerada por las condiciones pandémicas, la proliferación de los festivales y exposiciones de vídeo son producto de la democratización tecnológica y, a su vez, es promotora de cierto acceso igualitario a la cultura visual. Tener a la mano una cámara y producir vídeo -que hace algunos años podría considerarse un privilegio-, así como poseer una pantalla y la posibilidad de consumir este vídeo, es una realidad global que no deja por fuera al mundo del arte. “Reactivando Videografías” es una perfecta ejemplificación de ello.

Si bien la democratización de cualquier objeto o servicio como tal puede traer consigo diversos beneficios, en el caso de la foto y el vídeo -entendido técnicamente como la reproducción de fotogramas por segundo- ha generado una depreciación en el sentido, significado e importancia que tienen las imágenes para quienes las observan. La reducción más que significativa en el costo de una captura, el abaratamiento del “rollo” y del almacenamiento, son motores de la sobreexposición a la imagen y esto inexorablemente está ligado a la facilidad de su caída en lo meaningless. Tomando en cuenta que el promedio es la suma de los valores de cada unidad dividida entre el número total de unidades, indiscutiblemente la importancia promedio que una persona le otorga a una imagen es menor al encontrarnos saturados de imágenes por doquier.

Enfatizando los efectos positivos, este fácil acceso a la producción de imágenes permite la captura de múltiples perspectivas, desde el arte y desde el “no-arte”. Admite observar desde múltiples ángulos y variados puntos de vista, representaciones distintas de una misma situación: tal cual como cuando se hallan fotos y vídeos de una misma fiesta de cumpleaños registrada por diferentes personas y se pueden encontrar en ellas diferentes detalles de los asistentes. Esto es una multiplicación de las verdades y, por tanto, más voces que narran la documentación que construye la historia: una posibilidad de conocer más versiones de la realidad.

Éstas son dos variables destacadas de la cultura contemporánea: la polifonía de voces y la saturación de lo visual. A través de ellas podemos examinar las creaciones culturales desde las voces que las enuncian, como los detalles de lo que visualmente se nos muestran, tanto en su contenido como en su forma, tanto en lo que nos enseñan explícitamente como en lo que no nos cuentan.

El proyecto “Reactivando Videografías” presenta un modelo curatorial que, al constituirse desde el colectivo y no delimitarse en torno a una temática específica, funciona a modo de ventana para que quien sea que se asome por ella, y se apropie de amplios y nuevos insumos para realizar sus propias lecturas de la realidad. Entrar a ver la muestra es casi como practicar flaneurismo virtual. Ésta compila una gran serie de vídeos en una pluralidad de formatos -videoarte, videoperformance, videoclip, documentación en vídeo, vídeo experimental, cortos, entre otros- de 64 artistas que en 64 vídeos revelan lo peculiar y general de las realidades de 18 diferentes países, curados por una dinámica que involucra las perspectivas de 23 personas comisarias.

Hagamos números básicos. En el caso de que la totalidad de los comisarios (23) esté visitando la muestra, matemáticamente y suponiendo que una persona solamente realiza una lectura de cada obra (64), es equivalente a un mínimo de 1472 miradas del mundo desde el comisariado del proyecto, y 1536 tomando en cuenta las visiones originales que los artistas (64) quisieron externalizar en los vídeos. Ahora, pensando que al interpretar una obra no solamente se involucra la lectura propia de su contenido, sino que ello depende de la realidad del lector, esto duplica las posibilidades a 3072 puntos de vista como mínimo. Estibaliz Sádaba Murguía ha tenido una ecléctica idea para incitarnos a la reflexión de nuestras realidades a través del videoarte. Sin duda, “Reactivando Videografías” representa no solamente la democratización y la multiplicidad de voces, sino también la existencia de posibilidades alternas y de conocernos mejor.

Al echar un vistazo a cada uno de los vídeos, es fácil reconocer que, si bien hay 70 países, surgen temas puntuales que se reiteran: violencia política, feminismo, identidad, pueblos originarios, decolonización y medio ambiente. El acercamiento propuesto a los mismos temas desde diferentes países y miradas plurales, evidencian particularidades de los contextos que no son tan singulares. Es lamentable que esta reiteración se dé en torno a situaciones sociales de desventaja, precariedad y dificultad, pues se hace explícito que describen una realidad inminente.

Esta reincidencia es de esperarse entre artistas de un mismo país o zona cercana. Por ejemplo, Virginia Paguaga con el vídeo titulado “Ausente”, arroja un vistazo a la violencia política que, si bien se narra desde la separación de una maternidad, es una flecha directa hacia los desafueros del gobierno nicaragüense; tal cual “Bacterias y otros conflictos” de Alejandro De La Guerra, también desde Nicaragua, refiriéndose al régimen de los Ortega-Murillo y las respuestas opositoras de la ciudadanía, y Milena García con “Subtitulado”, poniendo el énfasis en la represión de las protestas anti-gobierno nicaragüense. Los tres vídeos acerca de Nicaragua apuntan hacia una situación política evidente.

Al límite norte, en Honduras, Alma Leiva con “Tiro al blanco” trata el tema de la guerra civil de El Salvador y el sesgo creado por las narrativas del poder. No obstante, el tema político también es relevante seis fronteras hacia el sur. Andrés Denegri, con “Grito”, presenta una serie de autorretratos de una niñez vivida durante la última dictadura militar que sufrió Argentina. Del mismo país, Julia Mensch trabaja en “La vida en rojo” el tema del comunismo y la revolución a través de un recorrido por la vida privada y política de su familia. Llama la atención que, aunque todos se inclinan al tema de la violencia política, tres de los seis artistas lo hacen desde la familia y la infancia, dejando entrever lo íntimas que se pueden volver las relaciones afectivas con la política.

Por su parte, aunque evidentemente ser mujer en Latinoamérica no es equiparable con ser mujer en Europa, hay temas transversales en torno a los feminismos que cruzan por la corporalidad y la expectativa estética de los cuerpos femeninos. María Raquel Cochez desde Panamá, con “Barriga”, expone al espectador a un juego visual de la piel estirada de su vientre, común para las mujeres madres, mas no normalizado. Por su parte, Francesca Arri desde Italia, con “Self Portrait” dialoga también en torno al tema desde la burla y la gordofobia. Ambas artistas trabajaron su vídeo a partir de una reflexión sobre sus propios cuerpos como objeto principal.

En relación con los feminismos, también Susana Sánchez desde Costa Rica, con su pieza “Gritos mudos”, evidencia la objetualización de la mujer con una analogía visual de un una mujer desnuda atrapada en un bodegón pictórico. Lía Vallejo desde Honduras, con “Bien sentadita”, cuestiona los rituales de feminización de la mujer esperados por marco patriarcal; así como Vanessa de la O con “Una mujer perfecta”, desde su narrativa performática de la danza retrata también los mandatos que se nos dirigen a las mujeres. Por su parte, María Galindo y Mujeres Creando, desde Bolivia, exponen con “La Ekeka siempre fui yo” una reivindicación de la mujer a través de la feminización de la figura del Ekeko, símbolo andino de la abundancia, suerte y fecundidad, el cual es representado como hombre pese a que la mujer es quien cotidianamente carga con la familia y el cuidado de los demás.

Otros abordajes de la lucha feminista se dan también a través de la denuncia proveniente de artistas hombres. Desde Guinea Ecuatorial, Daniel Assedu Mobajale y su vídeo “Las apariencias” expone la problemática de la violencia doméstica, e Ignacio Alcántara de República Dominicana, con “Clima”, explicita las masculinidades tóxicas heredadas.

En relación con asuntos de herencia cultural, otro de los temas predominantes circunda la identidad y la intención de decolonización. Proyecto 3399 desde Perú, con su pieza “Barbie Wawacha”, hace una parodia pop que profundiza en las contradicciones y fricciones resultantes de vivir con una imagen occidental y a la vez en una relación con la cultura andina. Joaquín Sánchez de Paraguay, con “Kambuchi”, realiza una denuncia de los abusos contra la comunidad guaraní de Tentayape, en las Yungas del Chaco boliviano. Yola Mamani desde Bolivia presenta el canal de YouTube de “Chola Bocona”, a modo de performance de “chola pública” como una construcción sociohistórica, interpelando a la Bolivia contemporánea desde una perspectiva racializada, feminista y de clase social. Y Elvira Espejo, también de Bolivia, con la obra “Jiwasan Amayusa” señala las diferencias de la educación global occidental versus la experiencia pedagógica de las comunidades andinas. En torno a estos temas identitarios, pero sin apoyarse en comunidades de pueblos originarios, “Evidencia” de Fernando Foglino, desde Uruguay, insta a la reflexión de cuestionarnos los relatos oficiales de los países y la prensa.

Por su parte, el tema ambiental es también reiterativo en la muestra. Hablar de violencia política y los sistemas de opresión, hila sin duda hacia el feminismo. En estas posturas, se vuelve necesario analizar la historia, las imposiciones, la identidad, los pueblos originarios y la decolonización; lo que a su vez desemboca en el asunto del medio ambiente. ¿Cómo no?, si el medio ambiente es víctima de la política, las prácticas patriarcales y la opresión cultural de la hegemonía. Donna Conlon con “From the Ashes”, desde Panamá, trabaja sobre la capacidad destructiva del ser humano y su impacto ambiental. Juan Agustín Nve con su clip “Contaminación medioambiental”, desde Guinea Ecuatorial, muestra la contaminación por la intervención humana. Y Mario Alberto López con “Punto de encuentro - Intervenciones al Río Pensativo”, desde Guatemala, expone el impacto que han tenido los hábitos de consumo en el Río Pensativo en Antigua Guatemala.

Por el otro lado, hay vídeos que sobresalen por la especificidad y su poca relación con los demás, como la totalidad de los 10 vídeos de España y 2 de los 3 de Italia. Esto suscita a reconocer que las situaciones de precariedad, opresión política y violación de los Derechos Humanos son mucho más sentidas en Latinoamérica que en Europa. Si bien desigualdad social abunda en el mundo, no se vive igual desde la latinidad. No es casualidad que sean éstos justamente los problemas de los países donde está situada la Cooperación Española a través de la Red de Centros Culturales, los mismos donde claramente se tienen características en común en torno al desarrollo, y las problemáticas sociopolíticas y económicas son muy difíciles de ignorar por las artes. Me atrevo a mencionar, sin tener pruebas directas, que encontraríamos también temas diferentes si hubiera representación videográfica de Escocia y Suecia, Japón y China, Pakistán e Irán.

Sin embargo, hay un elemento que une a los países latinoamericanos de la muestra con España y Roma: las mujeres y nuestra lucha por la equidad de género, lo que sigue poniendo de manifiesto la necesidad de insistir en ello a nivel global, como Francesca Arri, la única de los artistas seleccionados por la Real Academia de España en Roma que trata un concepto común que los demás artistas del proyecto.

Ahora bien, dejando de lado los vídeos europeos, los vídeos de México también sobresalen por su diferenciación en la materia abordada, lo cual no es casualidad tomando en cuenta que México tiene una de las industrias culturales más desarrolladas de Latinoamérica. La geografía habla y México, aun con sus situaciones de variadas desventajas, es el país latinoamericano situado más al norte del continente, más cerca -literalmente- del “sueño americano”. La cercanía que pueden tener los artistas mexicanos a las vulnerabilidades sociopolíticas no será mayor que la de los artistas de más al sur. Al fin y al cabo, se nos ha predispuesto y prevulnerabilizado con las concepciones de “arriba y abajo”, y el norte, visualmente, está “más arriba”. A pesar de esta conclusión, los diálogos geográficos y sus historias de migración nos muestran que Chile, lo más “abajo” de América, también destaca por la poca coincidencia conceptual, pues ninguno de sus tres vídeos trabaja los temas recurrentes anteriormente mencionados; similar al caso de Argentina, que sólo dos de los nueve vídeos que la representan tienen repetición temática a través de lo político. Tanto Chile como Argentina, al suroeste, difieren en postulados con respecto a los demás países de América del Sur que están más hacia el centro y que explícitamente tienen más preocupaciones en relación con sus pueblos originarios.

Se dilucida así que, en el centro de Sudamérica, hay situaciones de identidad predominantes, que en América Central la atención está puesta en la inequidad de género y violencia política, que dispersamente hay preocupaciones ambientales y que, aun conectados en red, hay un abismo de desarrollo entre algunos de nosotros, donde los feminismos y la situación de las mujeres es nuestra forma de dialogar. “Reactivando Videografías” no tenía tópico específico, justamente para que las curadurías locales pudieran arrojar lecturas de prioridades del contexto para las escenas artísticas. La apertura y colectividad curatorial con la que se planteó el proyecto es particularmente clave en la elaboración de una radiografía de una época y sus vivencias ya que, al plantearse para admitir todo tipo de vídeo, permitió mapear lo que está sucediendo en el contexto de cada artista, curador y país.

Adicional a los contenidos analizados, también se pueden sacar conclusiones acerca de la variedad de formatos de vídeos presentados. No se trabajó con la propuesta de un formato específico y se presentaron videoartes, videoperformances, vídeo ensayos, vídeo documentales, videoclips, canales de vídeo y hasta grabaciones de videollamadas. Esto nos dice algo ante la frecuente tendencia de clasificar en categorías restrictivas, por ejemplo, sobre qué es un videoarte y qué es un cortometraje experimental, análogo a la intención de separar las artes pictóricas en carboncillo, óleo, acrílico, pastel, pigmentos; e incluso análogo al dilema perenne de arte, artesanía, diseño y no-arte. Dejar la puerta abierta desde la curaduría y encontrarnos con esta divina diversidad en formatos, es algo que el vídeo tiene para decirle al resto del arte contemporáneo, apuntando a la necesidad de considerar al arte en general sin tantas barreras de formato de ejecución. Algunos de estos vídeos podrían ser per se un acto de performance. Todo depende de la intención.

A lo anterior se van sumando los hallazgos de las intenciones que “Reactivando Videografías” puede tener, en una aparentemente sencilla dinámica de gestión en red de curadurías locales de la Red de Centros Culturales de España que conforman una muestra colectiva internacional. Desde la puesta sobre la mesa para analizarnos como sociedad en medio de un contexto global de conjunto de voces y la saturación de lo visual, el proyecto se propone como una ventana al exterior de lo que sucede, en fondo y forma. Pero no se queda allí, sino que existe un interés mediacional desde lo íntimo, con la serie de debates y mesas redondas que nos hacen coincidir para conversar sobre nuestras reflexiones. Buen acierto, pues, ¿para qué el arte si no se procura el acceso?, ¿de qué nos sirve tener colgada una muestra de setenta vídeos?, y tomando en cuenta la virtualidad de la propuesta, estas mesas son espacios que nos unen a la distancia para procurar la vinculación. La apertura de espacios de reflexión complementarias a la muestra virtual de vídeo es un esfuerzo que también dice mucho de la época y las preocupaciones de la gestión cultural.

En condiciones de pandemia, enfrentarnos a la virtualidad con la insistencia de permanecer juntos es un desafío que se vuelve parte de la propuesta. No se trata solamente de lo internacional -que lo vemos en la cantidad de países involucrados-, de la polisemia en las miradas a la realidad -explícito con la diversidad de curadores y artistas-, del vídeo -con la apertura a los múltiples formatos posibles-; “Reactivando Videografías” trata también el encuentro y la vinculación, a través de las mesas que lo acompañan y las residencias que nos juntan. Al final, estos encuentros nos permiten apañarnos en medio de las condiciones sociales que enfrentamos, y a algunos nos viene bien el abrazo de estas mesas. Remedios Zafra ha tenido una intención de afectivizar la muestra, que no sea una pantalla fría por la que re-miramos con desdén las situaciones difíciles que nos acechan. Estos intereses mediacionales convierten esa ventana en un espejo para mirar hacia dentro y reconocernos a través de lo que miramos de afuera, pero no en una reflexión en solitario sino en diálogo, acompañados en ese reconocimiento. Y es que esta muestra nos permite examinar ese afán por la compañía, el cual no queda en lo virtual. La gestión del proyecto representa una resistencia a la pandemia al intentar reunirnos, aunque sea parcialmente y en diferentes momentos, a través de las residencias en Roma.

Yace aquí un valor especial en el proyecto, a menudo el valor de una muestra de esta magnitud. Sobrepasa las intenciones de cada vídeo individualmente. No se trata de cada país, ni tampoco de cada obra. El propósito va más allá de las obras elegidas y se sustenta en lo que significa toda la dinámica. Se trata de lo que significa estar juntos y lo que podemos leer de este proceso de conjunción. Es una excelente excusa para analizar la época en la que vivimos, la manera en la que percibimos la realidad, los temas que están siendo prioritarios en ella y cómo se ven éstos desde diferentes ángulos, lo que significa la destrucción de las barreras de formato y de la distancia, la resiliencia que tenemos los humanos en medio de las dificultades y cómo, en colectivo, salimos adelante. Es un empujón a que nos transformemos de alguna manera a través de la resiliencia colectiva.

De esta manera, más que sesgar al lector sobre la manera en que debe interpretar los vídeos que le invito a ver, quisiera más bien incitarle a que pueda adentrarse en la muestra, sin inclinación alguna de lo que yo pueda considerar que cada artista quiso decir. Para ello, ya cada curador local ha escrito sobre los vídeos de cada país. Este texto es una invitación a que cada lector sume su mirada a la dinámica. Ésta es la riqueza de “Reactivando Videografías”, el ofrecerse como una sábana blanca, una puerta abierta, un multipaisaje en vídeo para que, desde nuestras casas, abramos la ventana y veamos hacia fuera, una realidad igual pero distinta desde cada artista y cada país. Y que nos veamos hacia dentro, pero sin sentirnos solos.

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